Todo comenzó el verano pasado en la terraza de mi vivienda. El sol estaba alto, la suave brisa apaciguaba el bochorno que junto la sombra de los sucios pinos conseguía arrancarte el suspiro típico de un eminente confort. Me peleaba
Todo comenzó el verano pasado en la terraza de mi vivienda. El sol estaba alto, la suave brisa apaciguaba el bochorno que junto la sombra de los sucios pinos conseguía arrancarte el suspiro típico de un eminente confort. Me peleaba