Ruido de autobuses, coches y motos. Suelos grises que se cortan por los pasos de cebra al deambular el itinerario circular que esbeltas torres oxidadas custodian con luz. Los grandes árboles que resguardan la destellante lámina de agua ligeramente desfasada bajo la rasante del tráfico hacen de este sitio un pequeño oasis espectacular lleno de esperanza. Sobretodo en primavera, cuando en los cercis explota el rosado de sus flores marcando un efímero contraste primaveral entre la seriedad de los cipreses y la manta de grama que protege el perímetro.
El vacío se acota gracias a los edificios que le dan cara. Algunos son anchos y bajos, otros muy esbeltos. Uno engulle un pedazo del espacio público que domina, apropiándoselo entre sus fauces y lo reserva con sobriedad del exterior para nutrirse de él. Convirtiendo este feroz acto de canibalismo urbano en una plácida y suave transición que nos transporta del barullo característico de la plaza al sosiego embriagador del propio edificio. Éste es el Gobierno Civil de Alejandro de la Sota. Asumimos que este discreto director de orquesta urbano ha fracasado porque los demás integrantes de la plaza torpemente contribuyen a mejorar el trocito de plaza que dominan. Aún así es, en este contraste cualitativo alongado en el tiempo de gestación de la plaza, momento oportuno para aprender de nuestro patrimonio más lúcido y senil. Usarlo a favor nuestro para mejorar nuestro espacio público y empezar a olvidarnos de los insensatos cambios de imagen que nuestra ciudad padece. Tomemos como ejemplo esta actitud basada en la discreción, la coherencia y el pensamiento racional para dirigir nuestra ciudad a un camino donde los beneficiados seamos los ciudadanos.
¿Por qué no empezamos por liberar nuestra atada rambla y le damos continuidad con la Avinguda del President Lluís Companys? ¿No os resultaría maravilloso poder atravesar esta gran traza urbana dotada con un balcón mirando el azul mediterráneo pululando por comercios, admirando monumentos, paseando siempre protegidos por las grandes copas de los arboles… y cruzar la curvilínea lámina de agua del oasis Imperial hasta el parque final del Hospital? Pues empezar este viaje tan sólo cuesta un paso de cebra, ¡pidámoslo!
Publicado en: DIARI de Tarragona (20/04/2013)
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muy poético estas… Felicidades. Te voy siguiendo…. Saludos.
ANTON BULTÓ i BARTOLÍ *Arquitecte* *Màster Oficial en* *Tecnologies de Climatització i **Eficiència Energètica en Edificis* *Professor Universitats Ramon Llull i Rovira i Virgili* Raval Robuster, 39 – 4 rt. 43204 *Reus* *telèfon 649 908 769* e-mail: antonbulto@gmail.com web: http://www.bultoarquitectes.com
El 21 de abril de 2013 00:17, jordimartinezfuentes escribió:
> ** > Jordi Martínez Fuentes posted: «Ruido de autobuses, coches y motos. > Suelos grises que se cortan por los pasos de cebra al deambular el > itinerario circular que esbeltas torres oxidadas custodian con luz. Los > grandes árboles que resguardan la destellante lámina de agua ligeramente > desfasa»
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